Algunos seres humanos en la tierra se enorgullecen haciendo alarde de que existen Guerras justas, pienso que jamás podría existir una guerra justa, pues el odio que se vierte en cantidades como el veneno en el rió causa muerte, destrucción de todo aquello que da vida, cuando un ser humano empuña un arma de cualquier tipo y de tal forma realiza una acción que atenta contra la vida de una o más personas, está alimentando ese odio, para que crezca y se haga tan Grande hasta el punto que parezca inútil deshacerse de él, es por ello que ninguna razón justifica que exista la excusa de la denominada guerra justa, pues siempre trae consigo mismo un desencadenamiento colectivo de odio, resentimiento, dolor que involucra y contagia cada vez más personas, familias y si no se para a tiempo, tiene la capacidad de involucrar pueblos, ciudades, países, continentes o tal vez el mundo entero si nosotros así lo permitimos, aquellos que han afrontado la guerra por determinado tiempo y cesan la violencia, el fuego de las balas a través de algún acuerdo entre las partes, no será suficiente el modelo de acuerdo si el perdón no se introduce como el arma perfecta para la reconciliación, es importante además que esta acción valla acompañado de un deseo inmenso de seguir amando al mundo y a cada uno de los seres que habitan en él, aun a pesar de las consecuencias negativas vividas durante los conflictos de dichas guerras, entendiendo sin desconocimiento alguno que el daño tan profundo que se produce a través de estos escenarios desagradables, no se podrán resarcir nunca. Victimas de guerras ocurridas en muchos lugares del mundo expresan que Se perdona, pero no se olvida, personalmente pienso que no olvidar tampoco puede motivar a repetir la desgarradora historia de la Guerra y borrar de nuestra conciencia la del perdón, Aquel que nos lleva a la Paz. Vale la pena recapitular algunas herramientas relevantes, El Perdón, La reconciliación, La Paz y al amor al mundo y sus generaciones futuras ¿a qué Guerra se le podría llamar justa? Pienso que a ninguna.
Pedro Ariel Serpa
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